Y así es. Las compañías pueden (y deben) tener formación “In Company”. Formación de tipo demanda y personalizada para la empresa.
Ya sabemos que una parte de la nómina de los trabajadores es para formación. También creo que no hay que discutir de la necesidad de la formación de los integrantes de una empresa. Pero lo bueno es que se puede hacer un tipo de formación que apenas va a romper el normal funcionamiento de la empresa y va a conseguir dar un paso de calidad formando a sus trabajadores. Es aquí donde la formación “In Company” es importante.
Pero ojo, es en este tipo de formación donde el formador es una pieza mucho más importante que en cualquier curso de formación llamemos “general”.
Cuando se programa un curso se este tipo queda claro que los alumnos forman parte de una misma empresa y por tanto tendrán muchos elementos en común.
Pero esto podría ser incluso una ayuda para el formador, que tendrá alumnos que al menos en algunos aspectos serán similares, la complicación estriba en detectar las necesidades concretas que esa empresa demanda para sus trabajadores de los conocimientos que se van a impartir. Un ejemplo claro sería un curso de inglés para sus trabajadores. Supongamos que sea un curso de inglés comercial. Pero queda claro que aun siendo inglés comercial, no se tratará igual para una empresa de exportación de, por ejemplo, pescado que de otra empresa de fabricación de ropa o de alta tecnología por poner un ejemplo.
Y ahí radica la grandeza de la formación. No existen dos acciones formativas iguales. El docente debe tenerlo muy en cuenta y ajustar de forma casi milimétrica el curso y los contenidos a las necesidades reales de la empresa.
Empresa: solicita para estos casos un docente con amplia experiencia ya no solo en formación, sino en conocimientos y sobre todo en experiencia, punto fundamental.
Es un lujo que no es caro, pero hay que hacerlo bien!
Jose M – Community Manager para PYME
Paranosotros.Es